Los Consejos Estudiantiles: Herramienta para la transformación diaria
La estructuras de representación estudiantil constituyeron un mecanismo para enfrentar la derecha gobernante durante los años de partidocracia puntofijista. Grandiosas fueron las actuaciones de la dirigencia estudiantil que irrumpía contra el poder establecido desde la universidad. Varias de estas experiencias iban abrazadas al movimiento popular que tuvo su clímax en la rebelión de las multitudes de febrero de 1989. Seguramente las federaciones de centros de estudiantes y los movimientos estudiantiles fueron coparticipes también en las rebeliones cívico militares acaecidas en 1992, al punto que varios de esos dirigentes están hoy ocupando importantes cargos en el gobierno revolucionario. Ahora en que momento estas estructuras comienzan a morir, a separarse de la realidad nacional, varias reflexiones llevan a establecer que fue entre los años 93 y 94 cuando se inicia un viraje extremo por parte de una generación que se divorcia de las luchas populares.
La marcha de los desnudos (llevada a cabo en 1997, si mal no recuerdo) deja al descubierto a un estudiante universitario fuertemente influenciado por una cultura dominante que hizo su trabajo. Ya ese estudiante definitivamente pasa a pronunciarse y comportarse de forma diferente ante su entorno, el pensamiento único fue construyendo un ser apartado de su realidad. Esta cultura fue alistando un ejercito con serias intenciones de parecerse más al estudiante de cualquier de sit-com de televisión con factura gringa, verbigracia la actividad donde los estudiantes opositores al gobierno nacional se quitan sus franelas al unísono frente al parlamento venezolano, en una escena digna de una película de factura barata producida en Holywood.
Por otra parte, una nueva camada de estudiantes universitarios nace a la par de un gigantesco grupo a los que les llama la irreverencia revolucionaria, les llama el deseo de organizarse para conseguir una universidad presta al proceso de transformaciones que vive la patria. Y no logran atender a ese llamado satisfactoriamente porque las Federaciones y Centros de estudiantes están ocupadas por dinosaurios pseudo izquierdistas que se abrogan la representación del estudiantado, los mismos que a partir de la euforia del triunfo de Chávez se colaron para ocupar espacios, muchos de ellos ya perdidos por gestiones ineficientes y corruptas que inspiran la apatía hoy reinante en algunas instituciones. Con esto no se pretende meter en el mismo saco a toda la representación estudiantil bolivariana, se conoce de varias gestiones positivas. Pero siguen siendo muy pocas ante la realidad general.
Lo que nos mueve a ser algunas veces tan duros con nosotros mismos no es otra cosa que las incesantes decepciones que nos han dejado los intentos de reorganizar el movimiento estudiantil. Decepciones que, sin duda alguna, derivan de la confrontación infructuosa con hechos irregulares como los expuestos en líneas anteriores. Es tiempo ya de repensar la forma de generar espacios donde pueda haber participación de toda la comunidad universitaria, pues no pueden ser sólo los estudiantes quienes tomen decisiones trascendentales. Urgente es avanzar hacia otras formas de ejercer el poder y la invitación hecha por el líder de este proceso a organizarnos en Consejos Estudiantiles es una postura acertada. No obstante, esta conformación debe dejarse en manos de la iniciativa estudiantil.
Y es que, vemos con preocupación las criticas que hoy día se formulan y que apuntan al surgimiento de una soberbia desmedida por parte de algunos de los compañeros ungidos por el manto presidencial para iniciar la creación de los Consejos. Creemos que existe la necesidad de proponer que el movimiento estudiantil resuelva sus problemas en asambleas sin jefes. Estas nuevas instancias, por tratarse de un campo inexplorado, están llamadas a ser antijerárquicas y deben romper con el círculo vicioso de las elecciones en donde, luego que eligen a un representante, las bases transfieren su derecho a participar y al representante parece agradarle el hecho de conculcar este derecho a los demás. Esto no hace más que reproducir un esquema de dominación que impide avanzar.
Los estudiantes, al conformarse en Consejos, deben llamar a la libre participación. Sería una opción viable el que los Consejos creen estructuras temáticas, tomando como punto de referencia experiencias como la de los comités de salud, de las mesas técnicas, de las mesas de infraestructura, de los medios alternativos, entre otras. Necesario es que estas formas orgánicas constituyan una fuente de inspiración para el surgimiento de nuevos espacios de soberanía universitaria (círculos de transformación curricular, colectivos culturales, comités de usuarios, etc) y en donde ya existen, darles un giro más operativo. Luego podría pasar a sesionarse en una instancia que pueda recoger las propuestas de espacios más nucleares que permitan la participación del mayor número de estudiantes: una Asamblea organizada de tal forma que pueda poner en funcionamiento las propuestas. Así pensamos en el nacimiento de una Constituyente Universitaria originaria, pues no puede ser de otra manera. Una Constituyente Universitaria subversiva que rompa con los cánones del pensamiento único y construya un espacio donde se pueda formarse el hombre nuevo. Sabemos bien que la tarea será dura, pero aún así llamamos a la discusión de un movimiento universitario que sea cónsono con este proyecto de país.