miércoles, 18 de julio de 2012

Huelga estudiantil en Quebec: ¿La América Latina del Norte?

ENVIA EL CIRCULO BOLIVARIANO LOUIS RIEL/HOV
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Huelga estudiantil en Quebec: ¿La América Latina del Norte?
Thomas Chiasson-LeBel y Karine L’Ecuyer
Agencia Latinoamericana de Información / América Latina en Movimiento /http://alainet.org/

Desde mediados de febrero, la Provincia de Québec (Canadá) es escenario de un movimiento de protestas populares de una magnitud sin precedentes. Su origen es la huelga estudiantil más importante en la historia de la Provincia. En su momento más fuerte, más de 300.000 estudiantes postsecundarios abandonaron las aulas (sobre un total de aproximadamente 400.000 (1)). Las tres manifestaciones más importantes movilizaron más de 200.000 personas (2). A más de estas concentraciones gigantescas, el movimiento estudiantil sorprendió por la cantidad (varias por día) y la creatividad de sus formas de acción, como también por su valentía frente a las medidas represivas estatales. El período de verano ha marcado un momento de calma; pero considerando que el gobierno ha aprobado una ley especial anti-huelga que suspendió el periodo escolar en varias instituciones, es posible que a partir de mediados de agosto, con el retorno forzado a las aulas, el movimiento encuentre un nuevo aliento.

Las reivindicaciones estudiantiles

La reivindicación que dio origen al movimiento fue la oposición al incremento gradual en 75% de las cuotas de escolaridad que debe aplicarse en septiembre de 2012. Este aumento llevará las cuotas de escolaridad a un promedio de $ 3.800 (3) por año en 2017. Ello ocurre luego de una primera ola de alzas en el costo de las cuotas, que pasaron de $ 1.700 por año en 2007 a $ 2.200 en promedio para el año 2012. Si el plan del gobierno se mantiene, significará duplicar los costos en apenas diez años.

Pero la médula de la huelga estudiantil va mucho más allá que una simple cuestión de dinero: es la voluntad de defender a la universidad como un lugar universalmente accesible de intercambio de conocimientos y de desarrollo del pensamiento crítico. No obstante, a pesar de la movilización sin precedentes, el Gobierno ha mantenido una línea dura, desplegando a la policía en lugar de negociar, aun cuando las sumas en juego no son muy significativas para el presupuesto del Estado (4). Esta terquedad gubernamental justifica la tesis según la cual, detrás del aumento de las cuotas de escolaridad, se perfila, de hecho, la voluntad de transformar la relación de los estudiantes con su educación. No se trata tanto de refinanciar las universidades, cuanto que de establecer el principio del “usuario-pagador”, con el cual la educación pasaría de la esfera del derecho (5) a la de bien de consumo, o mejor dicho de activo, en el que los individuos invierten egoístamente
con miras a aumentar su capital humano para venderse mejor en el mercado laboral.

Ahora bien, transformar la educación y el conocimiento en una mercancía solo puede favorecer a quienes ya están en condiciones de beneficiarse del desarrollo de este mercado, en detrimento de quienes luchan por condiciones dignas en una sociedad capitalista.

En su lucha contra el aumento de las cuotas, el movimiento estudiantil se opone al modelo de sociedad que pretende imponer un gobierno corrupto a sueldo de los intereses de la burguesía (6). Existe, entonces, una lucha de clases en Quebec, tanto en términos de actores implicados como de contenidos.

Políticos corruptos pro extractivismo

Para entender este movimiento, es necesario ubicarlo en el contexto. Además de sus particularidades institucionales (la educación siendo de jurisdicción provincial, Quebec ha desarrollado una red propia de educación postsecundaria, sobre todo francófona), el contexto de Quebec también está marcado por la corrupción. El gobierno del Partido Liberal, en el poder desde 2003, ha sido objeto de numerosas denuncias relativas a los contratos públicos, que serían más fácilmente otorgados a los donantes del partido.

Es más, el gobierno implementa políticas de desarrollo extractivista que enfrentan una fuerte oposición. Los proyectos de explotación de gas de esquisto en el valle del río San Lorenzo han provocado muchas reacciones. Recientemente, el gobierno puso en marcha su principal plan de desarrollo de la provincia, el Plan del Norte. Se trata de un proyecto de grandes inversiones (80 mil millones de dólares) principalmente estatales, para la construcción de infraestructura para que las empresas mineras saqueen los recursos no renovables del Norte.

Sin embargo, las inversiones anunciadas están lejos de garantizar una rentabilidad adecuada (8) y hay frecuentes tensiones con los pueblos indígenas de la región. Si bien la huelga se centró en demandas en el área de la educación, se podía oír a manifestantes que gritaban: “No a la minería gratuita, sí a la educación gratuita”.

De este modo, el tema de la educación se transformó en una reflexión sobre el proyecto social. Sin embargo, es sin duda el movimiento estudiantil el que está a la raíz del levantamiento.


La creatividad de un movimiento

La movilización estudiantil marcará a Quebec por la diversidad de sus modos de acción. Además de las manifestaciones tradicionales y de algunos bloqueos de carácter económico, los y las manifestantes dejaron rienda suelta a su imaginación: manifestaciones (casi) desnudas, sesiones de yoga en medio de intersecciones muy transitadas, tatuajes con el cuadrado rojo…

Otro ejemplo, la huelga tuvo un símbolo: un pequeño cuadrado de fieltro rojo, que estudiantes y simpatizantes de la causa se abrochaban en un lugar visible. Las calles de Quebec están repletas de personas que lo lucen y así se reconocen entre ellas. Este símbolo ha adquirido la suficiente fuerza como para que el gobierno se sienta obligado a demonizarlo, asociándolo con la violencia y la intimidación (9).

Debido a que lo llevaban, algunos electores fueron impedidos de votar en una elección local (10), mientras que hay reportes periodísticos de casos de flagrante discriminación política por parte de la policía (11). Este símbolo, fácilmente reproducible, se ha convertido en un entramado político en sí mismo.

Otro punto fuerte del movimiento es el uso de las redes sociales, que han ayudado a contrarrestar los medios de comunicación tradicionales. Alimentando el sensacionalismo, éstos tienden a retratar a los manifestantes como violentos; imagen que fue corregido por videos aficionados y fotos que circulan en Internet, que pusieron de relieve la violencia de la represión. Ello explica probablemente la continuación del movimiento, a pesar de una represión sin precedentes. En efecto, se contabilizan más de 3.000 detenidos, entre ellos un diputado, y varios heridos de gravedad.

Este flujo de información ha erosionado, posiblemente, la legitimidad de la violencia estatal. Ello ayuda a explicar por qué la ley especial, aprobada a fines de mayo, haya sido tan poco respetada. Esta ley, que apuntaba a aplastar el movimiento mediante la suspensión del periodo escolar de los huelguistas hasta mediados de agosto, incluye también restricciones a la libertad de expresión y asociación y la imposición de multas a las asociaciones estudiantiles si uno solo de sus miembros intenta limitar el acceso a los cursos en las instituciones que hayan decidido reanudar el periodo.

Menos de una semana después de su adopción, una manifestación gigantesca se negó a cumplir las condiciones relativas a las manifestaciones impuestas por la ley especial. Millares de personas realizaron de esta forma un acto de desobediencia civil. Es más, tal desobediencia fue ampliamente practicada y reivindicada. Desde los inicios del conflicto, algunos estudiantes opuestos a la huelga solicitaron medidas cautelares a través de los tribunales para poder tener acceso a sus cursos, en contra de la votación mayoritaria de sus asambleas generales. La reacción de los huelguistas ha sido, en varios casos, la de oponerse, violando por lo tanto la orden de la corte. Esta negativa a acatar a los tribunales era poco común en Quebec.

La indignación que provocó la aprobación de la legislación especial se ha extendido a muchos otros sectores de la población, haciendo que Quebec tome prestado de América Latina la idea de los “cacerolazos”. Durante varias semanas, en muchas ciudades y barrios, la gente salió espontáneamente en las calles cada noche a golpear sus ollas. Así se concretó el lema reiterativo de que: “la huelga es estudiantil, la lucha es popular”.

La estructura democrática del movimiento ha sido sin duda uno de los pilares de su tenacidad y su combatividad. La organización de estudiantes más a la izquierda, la Coalición Amplia de la Asociación para una Solidaridad Sindical-Estudiantil (CLASSE por sus siglas en francés), siempre ha representado una proporción significativa de los huelguistas, y su funcionamiento se basaba en el control democrático del movimiento y de sus voceros. La legitimidad de los representantes resulta de la consulta regular de las asambleas generales de cada institución en huelga. Las prácticas de la democracia directa, ampliamente aplicadas, habrían alentado la auto-organización de los y las huelguistas, dejando un amplio espacio para la creatividad de los millares de manifestantes.

El francés, lengua oficial de Quebec, es una lengua latina, y con el movimiento que se ha expandido en toda la provincia, hay que preguntarse si esta provincia no es, de alguna manera, la América Latina del Norte.


1) De acuerdo con el Ministerio de Educación, Recreación y Deportes:http://www.mels.gouv.qc.ca/rentree2011/index.asp?page=statistiques#h1

2) Además de las del 22 de marzo y 22 de mayo, tomamos en cuenta la manifestación ambientalista del Día de la Tierra (22 de abril) marcada por una fuerte participación de estudiantes. Dado que la provincia cuenta aproximadamente 8 millones de habitantes, equivaldría, en términos relativos, a una multitud de más de 2 millones de personas en las calles de París.

3) En dólares canadienses: CAD$ 1 = US $ 0,98.

4) En total, y restando las diversas medidas de compensación, el aumento de las cuotas representaría un estimado de $ 150 millones por año, o sea, menos del 3% del total de ingresos de las universidades de Quebec, y aproximadamente el 1% del presupuesto del Ministerio de Educación.

5) La educación hace parte de los derechos reconocidos por diversas cartas de las Naciones Unidas, entre ellos el PIDESC, cuyo Artículo 13c dice: “La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita”.

6) El vínculo entre el gobierno y la burguesía se hace evidente en las declaraciones públicas de las Cámaras de Comercio y del Consejo de Empresarios de Quebec. Estas organizaciones empresariales apoyaron las diversas medidas destinadas a mercantilizar la educación. Véase Thomas Chiasson-Lebel, con colaboración de Flavie Achard, Karine L’Ecuyer y Philippe Hurteau. « Grève et tensions dans les universités et les cégeps », Nouveaux Cahiers du socialisme,
no. 8, agosto 2012.

7) Para una elaboración de la argumentación sobre la lucha de clases, ver ibid.

8) La economista jefa del Mouvement des caisses populaires Desjardins -quien está lejos de ser una militante de izquierda- hizo hincapié en que los impactos en el sector extractivo son fluctuantes y que las inversiones involucradas en el Plan del Norte apenas aportarían $ 570 millones por año en ingresos fiscales. Ver: Joëlle Noreau, « Les ressources naturelles: un potentiel en or ? », Perspectives, Revue d’analyse économique, vol. 21, verano de 2011.

9) Ver: Jean-François Nadeau, « Le carré rouge de Fred Pellerin : ‘violence et intimidation’, affirme la ministre de la Culture », Le Devoir, 9 de junio de 2012.

10) Isabelle Porter, « Le carré rouge crée de la confusion dans un bureau de vote d’Argenteuil », Le Devoir, 5 de junio de 2012.

11) Catherine Lalonde, Raphaël Dallaire-Ferland, « Carrés rouges, vos papiers », Le Devoir, 11 de junio de 2012.


Thomas Chiasson-LeBel es estudiante de Doctorado en ciencias políticas en la Universidad York. Es también miembro del comité editorial de Nouveaux Cahiers du socialisme.

Karine L’Ecuyer es profesora en Técnicas de museología al Collège Montmorency y estudiante (en huelga!) de la maestría en sociología de la Université du Québec à Montréal.

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